El Museo Memoria y Tolerancia abre un espacio para el fomento de la tolerancia. La pregunta inmediata es, ¿para qué entonces, estudiar los genocidios y otros crímenes? Es más agradable contemplar los logros de la humanidad, sin embargo, debemos mantenernos alerta, ya que los genocidios no están lejos de nosotros, no sólo en cuanto a la distancia física o temporal, sino en la posibilidad de que se repitan. La fuerza del olvido permite que el crimen surja de nuevo. Por el contrario, la memoria sirve como instrumento de justicia y prevención. La tolerancia sólo puede comprenderse cuando se conoce el significado de su contrario, la intolerancia. El genocidio se distingue de otros crímenes porque con él se busca destruir o exterminar a un grupo de personas por el hecho de ser, de existir. Más allá de un interés político, económico o territorial, los perpetradores pretenden eliminar seres humanos por su pertenencia a un grupo racial, étnico, religioso o nacional. Ante la apabullante cantidad de crímenes que han violentado el devenir de la humanidad, resulta complejo definir un criterio para la conformación de estos textos. Anteponiendo siempre que esta selección no pretende generar una jerarquización del mal, del sufrimiento de las víctimas ni de la gravedad del crimen. La definición de genocidio que se ha adoptado es la de la “Convención para la prevención y la sanción del delito de genocidio” de 1948. Es por ello que se presentan aquellos crímenes perpetrados a partir del Siglo XX y que han sido reconocidos como genocidio, o están en proceso de serlo, por tribunales o comisiones de la verdad